Una efectiva reforma hacendaria

Roy Lavcevic

Las reformas fiscales planteadas en los últimos años no han generado crecimiento ni empleos y sólo privilegian a los políticos y al corporativismo sindical.

Una reforma fiscal que se enfoque en el incremento de impuestos, inhibirá la inversión, recaerá sobre los mismos contribuyentes, y no incidirá sobre la evasión, ni los actuales privilegios.

El sistema fiscal actual complica el cumplimiento, recae en el contribuyente cautivo y acentúa incentivos perversos. Por lo cual una mayor eficiencia y equidad fiscal, así como la formalización de las actividades informales deben ser prioridad antes de plantear un aumento de impuestos.

Ingresos suficientes

El principal argumento de una reforma fiscal ha sido que el Estado no cuenta con los recursos suficientes para cumplir con sus funciones, y solo aumentando éstos se podrá lograr mayor inversión y crecimiento del país.

Ante esto es conveniente identificar las fuentes de financiamiento del Sector Público y evaluar los ingresos totales del Gobierno, no de forma parcial como en muchos casos lo han hecho, es decir, tomar en cuenta la carga fiscal, directa e indirecta.

Una parte importante de de la carga fiscal directa, el 11.2% [1] del PIB, son ingresos no petroleros propios del Gobierno Federal (recaudación de ISR, IETU e IVA). Adicionalmente cuenta con 3.9% del PIB por otros ingresos provenientes de empresas y organismos públicos. Esto representa un 15.1% del PIB de ingreso no petrolero.

Por otro lado estan los ingresos petroleros, los cuales representan un 7.7% del PIB, dando como ingresos totales del Sector Público un 22.8% del PIB (2011).

Los ingresos petroleros estan compuestos por diferentes conceptos. No todo proviene exclusivamente de la explotación y exportación de crudo. También provienen de impuestos directamente aplicados al ciudadano. Cabe mencionar que este tipo de impuestos y derechos petroleros se aplican en la mayoría de paises aún cuando las empresas petroleras sean privadas y/o no sean productores de crudo, al aplicar cobros en los precios finales al consumidor.

En México, por ejemplo, el precio de la gasolina al consumidor está fijado en base al precio de referencia “spot” de la gasolina regular sin plomo vigente en la Costa del Golfo de los Estados Unidos de América, dejando un margen entre los costos de producción y el precio final, al cual hay que agregarle el IVA, por lo cual parte de estos “Ingresos Petroleros” son pagados por los ciudadanos, lo cual implica una carga tributaria y son ingresos públicos por recaudación.

Aproximadamente 47% [2] de los ingresos petroleros son producto de la venta interna.

Es por eso que afirmar que solo se recauda 11% del PIB, como se cita en muchas ocasiones, es una falacia.

 

Gasto Excesivo e ineficiente

Una reforma Hacendaría responsable antes de plantear un mayor ingreso, debe plantear un gasto más eficiente y productivo. En la última década, el aumento de ingresos ha privilegiado el dispendio en el gasto público a burócratas en lugar de fomentar inversión productiva y empleo.

En el año 2000 el gasto del Sector Público fue de 19.5% del PIB. En el año 2011 alcanzo 25.3% del PIB, es decir en una década aumento 6 puntos del PIB sin reflejar un mayor beneficio a la población o crecimiento para el país. En el año 2000 el gasto corriente fue equivalente a un 11.1% del PIB. Para el año 2011 alcanzo 15%, es decir este incremento de gasto fue destinado en su mayoría al gasto corriente y no a inversión.

Si vemos el gasto anual del Gobierno Federal de forma per capita [3] (pesos reales), en 1981 era casi $17,000 pesos, el año 2000 bajo a casi $14,000 y para el 2008 supero los $20,000. Es decir en la actualidad se gasta mas, en términos reales, de lo que se gastaba en el auge petrolero y en la última década creció casi un 50% y no se percibe una mejora gracias a este gasto como plantean que se mejoraría si se suben los ingresos del Estado para apoyar un mayor gasto.

Apoyar la idea que el Gobierno requiere más recursos para su gasto significa privilegiar al gasto corriente, aumento de prebendas a partidos políticos, funcionarios, legisladores, y sindicalizados del gobierno. Implica reducir el ingreso disponible de las familias y recursos de las empresas para la inversión, es decir mas Estado y menos sociedad. Debemos cuestionar que tamaño de Gobierno queremos, cual es su límite, y partir de la lógica que un aumento de ingresos del Gobierno debe ser producto de un mayor crecimiento económico, donde la “porción” que le corresponde crecerá por haber crecido el “pastel”, no por obtener una “tajada” mas grande de un “pastel” que no crece, mientras el 52% de la población sigue en la pobreza.

 

Un planeamiento adecuado pasa por una mayor eficiencia y equidad fiscal, mayor fiscalización en el uso responsable de los recursos y no por un aumento de impuestos a contribuyentes cautivos.

 

Planteamiento

El Gobierno existe para beneficio de la sociedad, no para sí mismo.

La falta de recursos es producto de la pobreza creada por el escaso crecimiento económico, la ineficacia recaudatoria, privilegios otorgados y un gasto público desmedido. La sociedad no tolerará más impuestos dada la ineficiencia, corrupción, gasto politizado y privilegios del sector público.

La pobreza no se reducirá con dádivas, sino con un crecimiento acelerado; logrado sólo cuando seamos capaces de alentar al productor con la operación de un gobierno pequeño, barato y eficiente, que aplique medidas de política económica que incrementen la rentabilidad del capital, y con ello dinamicen el crecimiento.

Un crecimiento en la recaudación será de beneficio para todos, cuando sea resultado de una mayor actividad y crecimiento económico, y no como producto de un mayor acaparamiento gubernamental sobre lo existente o de la privatización de empresas nacionales.

El ciudadano actúa por incentivos, si no es rentable invertir, nadie lo hará. Sin el esfuerzo de los pequeños y medianos empresarios, el gobierno no tendrá la fuerza para hacer crecer al país. Si se cobra mucho a pocos para que lo gasten políticos y funcionarios, la sociedad responderá con la misma moneda: con evasión y desánimo.

 

Lo que se necesita

  • Una política fiscal que estimule la inversión y en consecuencia el empleo.
  • El Gobierno debe primero demostrar responsabilidad al reducir su gasto corriente y hacer más eficiente su gasto en inversión con el presupuesto actual.
  • Plantear un tope máximo de gasto durante los próximos 6 años, estableciendo mantener el gasto actual en términos reales, lo que permitirá que éste disminuya en términos de PIB unos 3 puntos al final del sexenio.
  • Eliminar regímenes tributarios especiales, simplificar y homologar impuestos sin aumentar las tasas, evitando un aumento neto en la carga impositiva para los ciudadanos y empresas.
  • Otorgar subsidios razonables y focalizados, no generalizados.
  • Establecer precios y tarifas del sector público competitivos a nivel internacional sin fines recaudatorios.
  • Desincorporar del presupuesto Federal a las empresas paraestatales para otorgarles una autonomía financiera.

 

Roy Lavcevic

Asociación Nacional de Empresarios Independientes, A.C.

Febrero 2013

 

 


[1] Para el ejercicio 2011. Fuente: SHCP.

[2] Estimación propia con datos de 2008

[3] Fuente: Reformas a la hacienda pública y al sistema de protección social. Centro de Estudios Espinosa Yglesias