Siervos y Amos

6 Jun. 10
Fernando Turner

 

Los burócratas y políticos mexicanos consideran que el Estado es el dueño del País y ellos los dueños del Estado. A la ciudadanía la ven como una masa estúpida, manipulable con propaganda. Distinguen entre ella sólo a los oligopolistas favoritos y a los líderes sindicales de las agrupaciones de empleados públicos.

Con ese criterio consideran justificable gravar a esa masa, evitando cuidadosamente afectar a los favoritos, hasta donde sea necesario para satisfacer su gula gastadora. Basados en arcaicas ideas, suponen que el Estado es la locomotora de la economía, y la masa sólo carga muerta. Que más gasto público es más desarrollo. Que aumentar impuestos es mejorar las condiciones de la población. Más Estado y menos sociedad es su fórmula.

Gastan 30 por ciento de todo lo que se produce en el País, cuando en 1999 gastaban 19 por ciento. Mayor rebanada de un pastel que hacen cada vez más chico.

Es raro que alguno de esos próceres manifieste aprecio genuino por obreros, estudiantes, profesionistas y empresarios pequeños. Que sienta una verdadera responsabilidad por procurar su bienestar. Lo importante es preservar los privilegios de la clase política y burocrática. Contrariamente al credo de sus discursos, partidos y educación económica, manifiestan una profunda desconfianza en la capacidad de estos vasallos para contribuir al bien común.

Extraños a las evidentes manifestaciones de dispendio, malversación, corrupción, ineficiencia, inoportunidad, opacidad, exceso, discrecionalidad, voluntarismo y partidarismo en el gasto público que diariamente se presentan ante los azorados ojos de los ciudadanos, los tecnócratas y políticos ahora se preparan para una nueva "reforma fiscal" para aumentar los ingresos estatales y continuar gastando como borrachos lo que otros ganan con su trabajo. Sienten que se les debe a ellos todo fruto y pueden disponer de él a su antojo.

Aun ante la caída continua de la inversión privada, consumo, empleo y salarios reales -manifestaciones claras del fracaso de la política económica y fiscal- reclaman a la ciudadanía falta de solidaridad ante sus esfuerzos titánicos por sacar al País adelante y exigen otro aumento de impuestos. Algunos despistados, aun criticando el dispendio, abonan esta idea confundiendo la necesidad de lograr equidad fiscal con aumentar gravámenes.

Ausente de la "reforma" está el perfeccionamiento de la política fiscal como instrumento de desarrollo económico: Primero, establecer un límite máximo al gasto y asegurar su pertinencia. No se puede gastar sin límite sin detener el desarrollo. Segundo, fomentar una asignación eficaz de recursos dentro de la economía; y, tercero, propiciar una verdadera redistribución del ingreso.

En aras de recaudar se olvida la necesidad urgente de acelerar el crecimiento económico, los empleos y el aumento de los salarios reales como única forma de reducir la pobreza, aumentar la esperanza y contener la inseguridad. Se distorsiona el sistema de precios internos, subiendo discrecionalmente tarifas, precios y servicios, dificultando la inversión y penalizando trabajar, ahorrar e invertir. Se omiten medidas verdaderamente redistributivas por perpetuar privilegios. Se acentúan las dádivas y transferencias, no obstante la evidencia respecto a su inutilidad para rescatar de la pobreza a los millones que han convertido en dependientes.

Corifeos e ilusos ayudan al esquilmo. Unos prestando foros a nuestros ínclitos amos para engañar con cifras y regañar a súbditos. Para condicionar el crecimiento económico a mayores cargas impositivas. Sólo a un surrealista se le ocurre que aumentará la inversión, que ha venido cayendo en los últimos tres años, reduciendo su rendimiento con impuestos adicionales.

Otros, cabildeando ingenuamente la forma más aceptable del despojo, sin oponerse al fondo: ¡No más impuestos!, pues disminuyen el rendimiento del trabajo y la inversión contrayendo más el consumo y el empleo. ¡No más gasto!, mientras no se eliminen excesos, dispendios, corruptelas y privilegios.

Manifestémonos como ciudadanos libres para evitar un nuevo despojo. Solamente así crecerá nuestro país y venceremos la pobreza.

 
El autor es presidente de la Asociación Nacional de Empresarios Independientes, A.C.

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