Se hace bolas el engrudo

(Fuente: Editoriales, El Norte, 27 de mayo, 2008)

Por: Fernando Turner 

Los eventos económicos de los últimos meses han causado un mayor desconcierto en el Gobierno.

Ante la desaceleración global, aumento del petróleo, incremento en alimentos, inflación, reforma energética, estancamiento en empleo, apreciación del Peso y aumento en tasas de interés, el engrudo económico se está haciendo bolas.

Los dogmas del delirio neoliberal, que a pesar del fracaso siguen siendo defendidos por los iniciados, impiden una visión fresca para resolver el rompecabezas.

Los síntomas: con el precio del petróleo al doble del presupuestado y nuevos impuestos el Gobierno no completa, la economía patina y el empleo se estanca, la inflación se reenciende, la inversión disminuye, los intereses son tres veces mayores que en Estados Unidos y el tipo de cambio se mueve en dirección contraria a las necesidades de inversión y a los aumentos de precios.

El Banco Central avanza un pie en la dirección consabida e inútil, mientras el Gobierno federal -gastando a todo tren y aumentando el circulante por la monetización de los ingresos petroleros- avanza el otro en la dirección contraria.

El Banco aumenta tasas para contener circulante excesivo causado por gastar todos los petrodólares, apreciando más la moneda y condenando al productor nacional a competir con desventaja.

A 10.40 pesos por dólar, lo racional es dejar de producir y dedicarse a importar y consumir para salirse de la trampa y aprovechar el subsidio proveniente de la política económica.

Aumentar tasas, recomendado para una economía con libre competencia, pero no para una llena de monopolios, no contiene la inflación y le significa al Banco perder miles de millones de pesos, pues es el principal tenedor de dólares depreciados, haciendo polvo su capital, y al Gobierno pagar intereses extras por aproximadamente 30 mil millones de pesos por su deuda interna y dejar de recibir otros 30 mil millones anualmente de los dólares petroleros.

El ingreso del nuevo impuesto, que gravita sobre toda la sociedad productiva y que desincentiva la inversión, se esfuma.

El Gobierno gastando prodigiosamente para lograr apoyos para su reforma en turno ni remotamente piensa en contener la inflación moderando sus precios excesivos y forzando a los oligopolistas a hacerlo, y convierte cualquier aliento a la producción en enunciados retóricos sin significado.

Ante la escasa producción de alimentos: importaciones subsidiadas y rollo. No entienden porque los ciega el dogma.

La economía crece aumentando la inversión. Ésta se incrementa si sus rendimientos mejoran. No lo hacen porque los monopolios públicos y los oligopolios privados se llevan la tajada del león. Porque el Gobierno cobra el 25 por ciento de lo que producimos sin limitarse en gasto corriente; con inversión insuficiente y aplicando precios excesivos en energía.

La mal entendida autonomía del Banco Central y el juego de las vanidades impide la coordinación necesaria entre los responsables de las políticas monetaria y fiscal, con lo que cada quien baila el tango por su lado.

Como el Banco no ve freno a los precios protegidos ni al gasto, aumenta las tasas intentando inútilmente contener la inflación, lo que aprecia el Peso castigando a los productores, fomentando el consumo -que se satisface con importaciones ante lo barato del dólar-, causando quebrantos en su balance y pérdida de ingresos al Gobierno.

Un círculo vicioso. Increíble que haya quienes apoyan este desastre, pero la alucinación neoliberal sólo se acabará cuando las instituciones financieras y las universidades internacionales cambien la tonada y vengan los mexicanos becados por el Gobierno a reemplazar tecnócratas.

En unos 20 años más… O con un cambio drástico de Gobierno que propician con su ceguera e ineptitud los que más le temen.

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