Preocupante, el poder extranjero en la banca mexicana: Nolle

Fuente: La Jornada 

Por Roberto González Amador 

 

Han pasado seis años del comienzo de una crisis financiera que llevó al mundo a una recesión como no se había visto en ocho décadas. Después del tiempo transcurrido desde septiembre de 2008, cuando el colapso de Lehmann Brothers marcó el inicio de la crisis, hay motivos para el pesimismo. No creo que pueda decirse con un alto grado de confianza que estamos significativamente mejor, o en una posición más segura, para hacer frente a una crisis en comparación con 2008-2009, de la que apenas nos libramos, explica Daniel E. Nolle, un estudioso en el tema.

En México también hay pendientes que deben atenderse, plantea Nolle, quien ha sido por más de 20 años economista principal de la Oficina de Control de Moneda de Estados Unidos, uno de los reguladores del sistema bancario, que depende del Departamento del Tesoro. Existe una dimensión extraordinaria del sistema bancario en México que merece atención y debate público: la alta concentración del capital extranjero en la propiedad del sistema bancario mexicano, declara a La Jornada.

Por mediación de la Unión de Instituciones Financieras Mexicanas (Unifim), el especialista aceptó responder, a título personal, preguntas relacionadas con la fortaleza del sistema financiero internacional a seis años de la crisis y la reforma financiera que entró en vigor este año en México.

Las fallas en la regulación del sistema bancario constituyen gran parte de la historia que explica la crisis financiera mundial que estalló en Estados Unidos en 2008-2009 y se extendió a Europa, donde siguen los ajustes para contenerla, dice Nolle.Sin embargo, las fallas cometidas por los propios bancos también jugaron un papel importante, abunda.

Una de las causas detrás del contagio de la crisis de un banco a otro y de un país a otro fue que las instituciones estructuraron productos financieros –como las hipotecas basura, que eran préstamos sin adecuada garantía de cobro– que se intercambiaban y que, al final, consumieron el capital de varios de las firmas que los habían adquirido.

Después del estallido de la crisis, el Fondo Monetario Internacional, el Comité para Supervisión Bancaria de Basilea y el Grupo de los 20, entre otras instancias internacionales y varios gobiernos, diseñaron una regulación que busca fortalecer los sistemas y prevenir nuevas crisis.

Nolle reconoce que ha habido aciertos en algunas de las nuevas regulaciones internacionales, conocidas como Basilea III, que en México se aplican desde el año pasado. Uno de ellos ha sido crear un marco regulatorio para fortalecer el capital de los bancos, así como desarrollar métricas para determinar cuáles instituciones tienen relevancia, por su tamaño, para poder afectar al sistema financiero global, revisión que se hace anualmente.

–¿Espera que ocurran nuevos episodios de crisis bancarias, por ejemplo en Europa o Asia, una vez que ya está en vigor la nueva regulación internacional que surgió de 2008-2009?

–No hay duda que seguiremos viendo episodios de crisis en las regiones que menciona y quizá en otras. No debería haber nada nuevo en eso. Para mí la pregunta importante no es si enfrentaremos pronto nuevos episodios o qué tan probable es que enfrentemos otra crisis de la magnitud de 2008-2009. La pregunta más urgente que debemos contestar es: si enfrentamos una crisis más, ¿el sistema financiero mundial está en mejor forma, de tal manera que será mucho menos difícil evitar una catástrofe como la de 2008-2009?

No creo que se pueda decir, con alto grado de confianza, que estamos en una posición significativamente mejor para enfrentar una crisis ahora, o a corto plazo, en comparación con 2008-2009, agrega. Se han hecho adecuaciones relevantes a las prácticas de los bancos, así como en la regulación y supervisión. Pero la mayoría de los impedimentos más serios siguen sin ser atendidos o permanecen pendientes. Los responsables de diseñar las políticas han perdido el sentido de urgencia que, al inicio de la crisis, motivó las respuestas y soluciones.

Menciona uno de los temas pendientes: las grandes instituciones financieras privadas, aquellas que tienen relevancia para incidir en el sistema financiero global, continúan la tendencia a volverse cada vez más complejas, más todavía de lo que eran antes de la crisis, lo que supera la capacidad de supervisarlas.

Tengamos en cuenta los mayores bancos con sede en Estados Unidos: JP Morgan, con activos por 2.5 billones de dólares (el doble que el PIB de México, que es de 1.3 billones de dólares), controla 4 mil 901 entidades separadas que operan en todo el mundo, sobre las que la Reserva Federal no tiene información; Bank of America, con activos por 2.2 billones de dólares, controla 2 mil 439 entidades; Citigroup, cuyos activos suman 1.8 billones, tiene mil 818 entidades; Wells Fargo, mil 901; Goldman Sachs controla 14 mil 733 firmas, es tan complejo que su organigrama ocupa 963 páginas.

México: un tema pendiente

–¿Cuál es su opinión de la reforma financiera impulsada por el gobierno, que busca aumentar el crédito y reducir tasas de interés?

–A pesar del amplio alcance de la reforma financiera, la concentración del poder bancario en un reducido grupo de instituciones se mantendrá elevada en México durante el futuro inmediato. Los estudios sobre la alta concentración son consistentes en la conclusión de que una mayor competencia en la prestación de servicios financieros aumenta la inclusión financiera y el tamaño del sistema respecto de la economía. Y que, por el contrario, la alta concentración retarda esos elementos. Se deduce, con la reforma hecha en México, que puede haber una mejora en la competencia, pero queda mucho por hacer.

Existe otra dimensión extraordinaria del sistema bancario en México que merece atención y, probablemente, un debate público respecto de una posible respuesta de política: la alta concentración de capital extranjero en la propiedad del sistema bancario. Las firmas extranjeras tienen 70 por ciento del capital, uno de los más altos porcentajes del mundo. En el caso de México, la alta concentración del capital bancario en pocas firmas y la elevada participación extranjera en el total del capital no auguran nada bueno para el aumento del crédito a las empresas que han mostrado ser uno de los motores del crecimiento económico.

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