¿Por qué los mexicanos tienen buenas razones para preocuparse por la economía, según The Economist?
Fuente: Animal Político.
The Economist resalta que a pesar de la «ola de reformas constitucionales» y al crecimiento de la economía mexicana en el primer año de Peña Nieto en Los Pinos, los mexicanos «tienen una buena razón para ser escépticos» tras el ajuste del crecimiento anunciado por Hacienda.
MAYO 26, 2014
Los mexicanos tienen buenas razones para ser escépticos con la marcha de la economía en este segundo año de la Administración Peña Nieto. Así lo considera el diario The Economist en un artículo en el que se hace eco de la noticia que dio a conocer ayer la Secretaría de Hacienda, cuando el subsecretario de la dependencia, Fernando Aportela, admitió que México no crecerá este año un 3.9% como se tenía previsto, sino un 2.7%.
“En lo que va del año, el gobierno de México se ha parecido a uno de los muchos devotos de San Judas, santo patrón de las causas perdidas. Se ha mantenido obstinadamente en un 3.9% como previsión de crecimiento para 2014, a pesar de que su principal mercado de exportación, los Estados Unidos, ha ido lento, y a que los dos pilares de su economía –comprar y construir– les ha ido aún peor”, indicó la publicación especializada en economía.
En el artículo titulado “A frustrating start to the year” -”Un comienzo frustrante de año”-, The Economist resalta que a pesar de la “ola de reformas constitucionales” y al crecimiento de la economía mexicana en el primer año de Peña Nieto en Los Pinos, los mexicanos “tienen una buena razón para ser escépticos” tras el ajuste del crecimiento anunciado por Hacienda.
“En el primer año del Presidente Enrique Peña Nieto, cuando lanzó una impresionante ola de reformas constitucionales, la economía creció un magro 1.1%. Su gobierno anunció un nuevo impulso para el crecimiento de este año con más gasto deficitario. Efectivamente,el gasto público aumentó un 13.2% en el primer trimestre, comparado con el mismo periodo de 2013. Sin embargo -contrapone The Economist-, ha habido una caída en la construcción, incluidos los proyectos de infraestructura grandiosas que supuestamente se detonarían con dinero público. Incluso los funcionarios del gobierno parecen desconcertados por el tiempo que está tomando en registrarse el gasto”.
Asimismo, el diario señala que para los comercios “las noticias son aún peores”.
“ANTAD, la organización que representa a los supermercados y tiendas, dice que en los primeros cuatro meses de 2014 las ventas totales cayeron por primera vez en 30 años. (…) Las exportaciones no petroleras aumentaron un 5,2% en los tres primeros meses, principalmente a Estados Unidos. Pero la recuperación de la frontera norte todavía no es lo suficientemente robusta como para confiar”.
Contra toda lógica, agrega el artículo, las reformas de Peña Nieto parecen pesar sobre el crecimiento a corto plazo, incluso si prometen beneficios eventuales.
“Tomen los impuestos. La reforma fiscal ha elevado el impuesto sobre la renta, que afecta a las personas acomodadas. La política también ha herido de manera desproporcionada a los pobres a través de un gravamen contra la obesidad sobre los refrescos y aperitivos. Jonathan Heath, economista, lo expresa así: ‘El gobierno está gastando más, pero tomó ese dinero de los hogares’”.
La inversión es otro ejemplo, para The Economist.
“Muchas empresas han puesto sus planes de expansión en espera hasta que vean cómo las leyes secundarias que detallan los cambios constitucionales del gobierno sean aprobadas en el Congreso. Esto es particularmente cierto en la energía (reforma energética) y las telecomunicaciones, las dos industrias más importantes que se han revisado”.
Finalmente, la publicación cita a Ernesto Revilla, economista jefe de la Secretaría de Hacienda, quien aseguró que, a pesar del ajuste de crecimiento, los brotes verdes están ya surgiendo, y que incluso los pronosticadores más pesimistas “predicen un repunte en el segundo semestre del año”.
“Poner buena cara a las cosas, él (Revilla) compara el proceso de reforma de México a una casa en remodelación. Al comienzo hay emoción. Luego está la ira y la frustración, ya que toma mucho tiempo construirla. Esa es la fase de México ahora. “Pero” , dice, “cuando se acabe, todo el mundo será más feliz”.