No hay duda, 
le llegó la hora 
al Banco de México

Hoy habrá decisión de política monetaria de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) y mañana tocará el turno al Banco de México. Así movió el calendario de las reuniones de la Junta de Gobierno de la autoridad monetaria para estar al tanto de lo que ocurra en el norte.


Fuente: eleconomista.com.mx

Enrique Campos Suárez

La idea es que inmediatamente después de un primer incremento en la tasa de referencia estadounidense, se eleve el tipo de interés interbancario mexicano.

El mundo entero está pendiente de esa decisión y mucho más el Banco de México, por la enorme dependencia que tiene la economía mexicana de la estadounidense. Por eso es la primera condición para que se modifique la política monetaria mexicana. Pero no es la única.

Es un hecho que el último reporte inflacionario que dio a conocer el Inegi ubica al Índice Nacional de Precios al Consumidor en un nivel mínimo histórico. Hay cambios estructurales, como la reforma en telecomunicaciones que han ayudado.

La baja en los precios del petróleo es coyuntural pero también ayuda al control inflacionario, así como la baja en los precios de algunos productos alimenticios.

Ese nivel inflacionario de 2.76% es una hermosa fotografía que debe tener contentos a muchos, pero no a todos.

Los que toman decisiones en el banco central conocen las entretelas de la inflación y ya ven los focos rojos en los precios de muchos productos importados. Están al tanto de la atención pública de la cotización del peso y entienden que esto genera una presión especulativa adicional.

Desde ese cuarto de guerra, ya escuchan a las organizaciones empresariales advertir que ya hay un impacto en sus costos de producción y por lo tanto, saben que el contagio inflacionario hoy es ya inevitable.

Es un hecho que en la mesa de discusiones de la política monetaria hay quien tiene voz, podría no tener voto, y la usa para apuntar que un incremento adelantado en la tasa de interés mexicana podría frenar la recuperación económica mexicana que es tan incipiente.

Sin embargo, no hay que perder de vista el discurso de los últimos días del gobernador del Banco de México cuando dice que el aumento de las tasas de interés en Estados Unidos es inminente y que al final es resultado de una recuperación económica de la que seremos beneficiarios.

Entonces, si las pizarras de la moneda indican una presión creciente, si llevamos nueve máximos históricos de la cotización peso-dólar, si hay evidencias de distorsiones en la inflación por la devaluación, si el crecimiento económico de Estados Unidos nos va a beneficiar, ¿por qué no aplicar un primer aumento a la tasa de interés mexicana tan pronto como mañana?

Ante la inminencia de la que habla Agustín Carstens, hoy deberíamos escuchar un discurso más claro de la Fed sobre el futuro de su política monetaria. Salvo que hoy se echaran para atrás en el banco central estadounidense, parece haber las condiciones para apoyar al peso con el costo del dinero.

La depreciación del peso frente al dólar es ya algo más que una amenaza, ya hay daños en la inflación y llegó el momento de corregirlos. Desde el gobierno federal deben compartir esa visión de que el costo de oportunidad se inclina hacia cuidar el poder de compra a costa de aumentar el precio del dinero.

Pero como siempre he dicho, los que deciden despachan en el Banco de México.

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