“México vive un proceso de desindustrialización”
A Raúl Gutiérrez Muguerza le ha ido muy bien, pero eso no le quita su sentido crítico: “México está estancado, debemos cambiar radicalmente”. El Presidente de la siderúrgica DeAcero encabeza una empresa que ha tenido un crecimiento impresionante. Es el mayor productor de mallas, alambres y cables de México. Tiene 18 fábricas de alambre y tres fábricas de acero, 17 patios de reciclaje y 67 puntos logísticos en todo el país. Tiene, además, dos empresas en el extranjero: Automat, en Barcelona, y Stay-Tuff en Estados Unidos.
“Quiero un país que sea bueno para todos los que vivimos en él. No sólo para los que tenemos dinero. Un país más equitativo será un país más seguro y con un mercado interno más grande”. Al escucharlo, suena por momentos más como un académico de la UNAM que como un empresario regiomontano que encabeza un grupo que está realizando una inversión superior a los 500 millones de dólares en Coahuila, “No me ciego. El que a una empresa industrial le vaya muy bien no oculta que esté ocurriendo un proceso de desindustrialización. En Monterrey, están cerrando muchos talleres y fábricas pequeñas. No pueden sobrevivir en un entorno tan hostil.
“No me quiero quejar. Quiero ser propositivo. Así entiendo mi responsabilidad”. De esta manera, se ha involucrado en la fundación del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC). “Será el primer think tank de México especializado en el sector industrial y servirá para dar forma a recomendaciones de política para la reindustrialización del país”.
—¿Qué problemática observas en la industria nacional?
Una de las razones por las que formamos el IDIC es porque vimos una caída muy fuerte en la participación manufacturera del país: pasamos de 21% del PIB, que representaba la manufactura hace 12 años, a 18 por ciento. Vimos también que la inversión en México se ha mantenido entre 23-24% del PIB. Eso no está mal pero, dado que la Inversión Extrajera Directa (IED) en estos últimos 20-30 años ha crecido significativamente y la inversión total ha sido la misma, ello significa que la inversión nacional ha bajado. Por eso hemos perdido muchas empresas pequeñas, medianas y algunas grandes, en ese periodo. Eso no puede ser.
Las autoridades están muy preocupadas por presumir como trofeos las inversiones extranjeras, pero no hay una medida para las inversiones nacionales…
Empezando por ahí, ahí te dice todo. Ésa es la problemática. El éxito lo están basando en la inversión extranjera. Lo cual es una parte del éxito pero, ¿cómo es posible que no midan la inversión nacional? ¿Cómo es posible que vayamos perdiendo esa inversión nacional y, por lo mismo, soberanía? Y otro gran error es que esas inversiones, ¿qué contenido nacional tienen? Casi nulo, porque también lo que hemos visto es que parte del problema es que no hemos sabido aprovechar esa inversión extranjera para hacer encadenamientos productivos. Nos estamos vendiendo como un país de bajos salarios, y al final de cuenta eso no lleva mucho.
Yo no estoy en desacuerdo en que venga esa inversión, porque da trabajo, pero paga muy pocos impuestos porque son centros de costos. El centro de utilidades está en su matriz. Realmente los impuestos que pagan son irrisorios, yo siento que incluso hay más infraestructura para esas maquiladoras que lo que realmente aportan para el país, mientras que no existe una política de estímulo igual para la inversión nacional.
—¿Cómo percibes a la actual administración en este tema?
Yo veo muy positivo todo lo que se está haciendo, es un gobierno que sabe escuchar. Además, en muy poco tiempo ha logrado consensos interesantes para sacar pendientes históricos. Hasta ahorita, hemos visto una apertura impresionante para escuchar.
Ellos ya tienen muy clara la situación de rezago profundo que hay en muchas áreas en el país, y creo que con las reformas que se han planteado están poniendo muy en claro la estrategia a seguir y están poniendo muy claro a todos lo que tenemos que hacer. El siguiente paso es aterrizarlo, implementarlo y ejecutarlo. Ahí está el reto.
—¿Y la relación con China?
Tenemos un problema con China, con las importaciones, con las reglas del juego en el comercio. Yo creo que nosotros hemos sido algo ingenuos en el país en seguir estrictamente los pasos que nos dictan las grandes naciones en el sentido de que, por ejemplo, el consenso de Washington, que tiene un conjunto de dictámenes que las economías subdesarrolladas debemos de seguir. Y México ha sido muy bueno para sacarse 10 en conducta, pero cero en aprovechamiento.
Si nosotros seguimos esos pasos y nos da resultado, está excelente, pero no lo está haciendo, porque estamos teniendo crecimientos de 2 o 1.5% en los últimos 20-30 años, cuando necesitamos 5, 6, 7 por ciento. Pero si tú ves la balanza comercial con China es colosal. Rebasa los 50,000 millones de dólares. No hay otro país que tenga un déficit con China tan grande.
—¿Hay que dar reversa a la apertura?
No creo que haya que meterle reversa. Hay que ver cómo sacarle provecho a lo que ya tenemos. Y aquí la corresponsabilidad del gobierno es fundamental. Esta corresponsabilidad ha faltado porque sí que ha habido apertura, pero aquí me venden la electricidad 84% más cara. No tengo una mejor infraestructura, ni mejores precios energéticos, ni seguridad, ni mayor transparencia, ni una menor impunidad, ni una menor corrupción… Y quieren la industria compita, pero el gobierno no. Yo creo que se tienen que hacer políticas públicas internas para poder poner las cosas más parejas. Tiene que ser en conjunto. Tenemos que llegar a hacer ese proceso y el primer paso es el reconocimiento de las cosas y por eso yo aplaudo el arranque de este gobierno, porque realmente están reconociendo todas esas faltas.
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