México SA, Deuda
Deuda: que siempre sí
En 2016, medio billón
Otra promesa al caño
Fuente: jornada.unam.mx
Por Carlos Fernández-Vega
Lo prometieron al comienzo del año y lo reiteraron tanto en el tercer Informe de gobierno como en la presentación del paquete económico: en 2016 «no se endeudará más al país» (Peña Nieto y Videgaray dixit), algo para tomar en cuenta, sobre todo cuando se conoce que en la primera mitad del actual gobierno el débito público creció como la espuma, a paso agigantado.
No más deuda, pues, según la versión oficial. Qué bueno, pero todo indica que tan atractiva oferta sólo se incorporará al de por sí grueso inventario de promesas incumplidas, ya que de acuerdo con el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados (CEFP) casi 13 por ciento de los recursos que darán cuerpo al Presupuesto de Egresos de la Federación para 2016 provendrá de (¡sorpresa!) endeudamiento.
Así es: en 2016 de cada peso presupuestal, 12.8 centavos provendrán de deuda; 65.2 de los ingresos del gobierno federal, y 22 de los organismos y empresas del Estado. Entonces, los que no iban a endeudar más al país planean contratar deuda pública adicional por más de 520 mil millones de pesos, detalla el CEFP. Adicionalmente, el déficit de los organismos y empresas sumará alrededor de 57 mil millones, y el diferimiento de pagos poco más de 32 mil millones.
Por su parte, el Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM) de la UNAM detalla que «hasta ahora el déficit creciente que presenta el sector público se ha financiado con la contratación de deuda, tanto externa como interna, siendo esta última la que ha crecido a un ritmo muy acelerado, particularmente desde 2000», con la llegada del «cambio» foxista a Los Pinos.
Si bien el endeudamiento externo ya no se ha posicionado como la instancia principal de obtención de fondos para «complementar» al gobierno federal, «el pago de intereses y las amortizaciones que tiene que afrontar representan una parte importante de sus ingresos, dejando así a las autoridades públicas con un margen de acción muy estrecho, ya que gran parte de los recursos se le escapan con el objetivo de tratar de saldar las deudas contraídas».
La «estrategia» de la política económico-social del gobierno “es continuar privilegiando el pago de sus compromisos de deuda antes que el impulso de programas sociales y económicos que beneficien a la población en general, de tal suerte que será imposible alcanzar el ‘México próspero’ que Enrique Peña Nieto idealiza en su Plan Nacional de Desarrollo”.
La creciente adquisición de bonos gubernamentales por inversionistas especulativos extranjeros siembra dudas y mucha incertidumbre respecto a lo que podría pasar si éstos deciden retirar sus capitales, algo que podría suceder ante la inminente alza de tasas de interés en Estados Unidos. «Si bien estos bonos son parte del endeudamiento interno, la posesión de ellos en manos de extranjeros es como si formara una parte de un endeudamiento externo maquillado».
El gobierno de EPN ha mantenido la tendencia mostrada en los sexenios previos de contratar mayor deuda en el mercado interno, dejando así en segundo plano el endeudamiento con acreedores en mercados de capital internacionales. «Si bien se ha estado privilegiando el acceso a recursos vía el endeudamiento interno, la magnitud de esta deuda ha crecido a un ritmo incesante, pareciera ser que las autoridades no ven un comportamiento riesgoso en esta tendencia».
A pesar de tratarse de endeudamiento interno, buena parte de la emisión de valores del gobierno ha sido acaparada en manos de extranjeros. De acuerdo con datos de la Secretaría de Hacienda, en 2013 un 35.7 por ciento de los valores gubernamentales estaban en manos de inversionistas foráneos. La gran mayoría de ellos incrementaron su participación en bonos del gobierno mexicano después del estallido de la crisis económica de 2008, debido a las mayores tasas de interés que aquí existían. Sin embargo, tan pronto como perciban síntomas de mejoría en las tasas de interés del mercado estadunidense «se iniciará una desbandada que pondrá en serios aprietos al gobierno mexicano».
Si bien la década de los 80, con los numerosos intentos fallidos de rescate, constituyó un duro aprendizaje para las autoridades económicas y un sacrificio enorme para la sociedad mexicana, subraya el CAM, «en la actualidad ese supuesto énfasis en el manejo responsable de las finanzas públicas ha sido dejado de lado. Pareciera que la receta de los gobiernos en turno, a todos los males, siempre ha sido endeudarse más y más, no importando los costos sociales, económicos y políticos».
La economía mexicana, caracterizada por su excesiva dependencia de su sector externo, (centrado en las exportaciones de manufacturas, la recepción de remesas y la venta de petróleo) y con una política económica obsesionada en la estabilidad macroeconómica, «da muestras de ser un modelo de desarrollo fallido. A pesar de las privatizaciones y de los recortes presupuestales a programas públicos el balance financiero sigue siendo deficitario».
Ahora bien, si a esta situación se le agrega que desde finales de octubre de 2014 y hasta la fecha, el precio del petróleo se ha desplomado, los ingresos derivados de la actividad exportadora del crudo han disminuido sustancialmente, «lo cual llevará a las autoridades económicas a hacer todo lo necesario para cubrir con los requisitos financieros del país, cueste lo que cueste, o entendido de otra manera, habrá recortes a programas sociales y recurrirán a su perniciosa costumbre de seguir contrayendo deuda, al cabo que el pueblo mexicano puede cargar con ella; de tal forma que mientras el resto del país sufre las consecuencias del ajuste, la clase política continuará sin renunciar a sus privilegios económicos».
Entonces, apunta el CAM, “si el gobierno de Peña Nieto –como hasta ahora ha hecho– continúa la ‘lógica’ legada por Felipe Calderón de endeudar cada vez más al pueblo mexicano, entonces no sólo nosotros, sino las generaciones futuras, continuaremos pagando por el resto de nuestros días una deuda estratosférica producto de las malas decisiones de las autoridades mexicanas y de la ambición y el oportunismo de los prestamistas internacionales”. Así, «la estrategia del presente gobierno pareciera indicar que se ha optado por volver más volátil e inestable la economía nacional».