Mentalidad dependiente – Por Fernando Turner
Se ha hecho dogma que la economía Mexicana depende totalmente de la norteamericana, con lo cual nuestros tecnócratas deflactan su responsabilidad cuando hay crisis allá, pero no los inhibe a colgarse medallas cuando nuestra economía levanta.
No se puede dejar de reconocer la interrelación con la economía mundial y con la norteamericana, pero no debe exagerarse al grado que asumamos una mentalidad dependiente que nos haga irresponsables de controlar nuestro destino.
México es un país grande, con un mercado interno importante que es el principal motor de la economía, pues es el 67% del PIB. La inversión privada, que ha venido cayendo en su dinamismo desde 2007, es el 14% de la actividad económica y el segundo motor en importancia. Las exportaciones netas (menos las importaciones) le restan a la actividad económica nacional 4%, pues permanentemente importamos más de lo que exportamos, aún con los ingresos petroleros. De cualquier manera, las exportaciones representan solo el 27% del PIB cuya evolución se compensa en exceso con el de las importaciones (31%). Las petroleras, son importantes en generación de divisas, aunque no más que las de bienes y servicios, pero aportan muy poco al empleo y crecimiento y distorsionan la economía por el equivocado manejo de esos ingresos. Sirven para mantener a la clase política en continua digestión presupuestal; a la moneda sobrevaluada, los intereses altos y a los tecnócratas viviendo un delirio que los motiva a mantener políticas que generan estancamiento y pobreza.
Se atribuye la pronunciada caída del PIB, la peor de entre todas las principales economías, al desplome de las exportaciones. Es vox populi, todos lo dicen: Pero no es cierto.
La caída del 6.5% del PIB, mayor que la Estados Unidos, la causó la disminución en el consumo interno (en dos terceras partes) y de la inversión privada (en una tercera parte). La baja en exportaciones, que no fue proporcionalmente mayor a la de China, Alemania, Brasil e India, fue más que compensada por una mayor reducción en las importaciones. El efecto neto del gasto público fue marginal, salvo que con los aumentos impositivos se redujo el incentivo a invertir y disminuyó el disponible privado para consumir.
Increíble? Ahí están los números para el que los quiera ver.
Entonces, ¿porqué la recesión pronunciada, el desempleo, los 5 millones de pobres adicionales? ¿Se los cargamos a los gringos o a nuestro gobierno? ¿A nuestros tecnócratas timoratos y a los políticos presupuestófagos que aumentaron impuestos en dos años seguidos -el anterior y el de la crisis- no obstante la caída en la inversión privada desde 2007? ¿A la falta de responsabilidad del gobierno ante el desempleo y la pobreza y su excesivo conservadurismo financiero? ¿Al que le interesa solamente su equilibrio fiscal sin limitar sus dispendios y aumentar las reservas para mejorar las calificaciones crediticias? ¿A los sucesivos Secretarios de Hacienda y Gobernadores del Banco Central, que defienden unas políticas mal ensambladas y mal administradas?
La caída económica récord se debe a la mentalidad dependiente y conservadora de los responsables de las finanzas nacionales. A la inadecuada intervención del gobierno ante el desplome externo de la demanda, con medidas que agravaron la contracción en el empleo, la masa salarial, el crédito y la inversión pública. Con aumento en impuestos y escasa inversión en infraestructura. Frenaron los créditos a vivienda y alentaron a la banca a reducir el de consumo. Bajaron los intereses poco y tarde e impidieron un ajuste de la paridad acorde con su real poder de compra, lo que hubiera estimulado las exportaciones.
¡Y se atreven a decir que sin ellos la crisis hubiera sido peor! Con cinismo se atreven a comparar a México, con una deuda total a PIB del 40%, con Grecia que debe 130% de su producto.
A nuestros tecnócratas -que ya se preparan para seguir nadando de muertito si el dinamismo americano se interrumpe- y no a los gringos se debe el estancamiento, desempleo, pobreza, inseguridad y desorden social que ya es crítico en nuestro gran país.
*El autor es Presidente de la Asociación Nacional de Empresarios Independientes, A.C.