La crisis del 8 de junio
Este año el ajuste no se dejó esperar, pero a pesar de eso, me animo a decir que la expectativa del gobierno es alta y dudo que el crecimiento esté por encima del 2%.
Roy Lavcevic*
En los últimos meses el foco de atención ha estado en las elecciones del 7 de junio, distrayéndonos de otros temas no menos importantes como el económico, el cual se destapará el 8 de junio una vez concluida la “jarana” electoral.
Las perspectivas no son alentadoras. Las cifras oficiales de crecimiento para este año ya las ajustaron, 1% menos de los que preveían, y ahora estiman de 2 a 3% para este año, y quizás sean optimistas. El crecimiento del primer trimestre del 2015 fue de 0.4%, el más bajo – primer trimestre – desde el 2009, año de plena crisis.
Estados Unidos tuvo un mal trimestre, se contrajo 0.7%, ¿Qué nos espera los próximos meses? Las exportaciones ya cayeron 0.4%, mientras que las importaciones aumentaron 0.6% comparadas con el trimestre del año anterior. Como resultado el déficit comercial aumento 66%.
La caída en el precio del petróleo es un descalabro para las finanzas públicas, y a pesar del anuncio del recorte en el gasto por 124 mil millones de pesos, de enero a abril el gasto aumentó un 9.9% en términos reales vs el mismo periodo del año anterior. Deberá haber un ajuste drástico en el gasto este segundo semestre y lamentablemente los rubros más afectados serán los prioritarios, claro ejemplo es que ya se recortó el gasto en salud pero en contraste Presidencia y Hacienda aumentaron el suyo.
Estamos al tercer año de la actual gestión y no hay luces del avance económico prometido y endosado a las benditas reformas; sin darse cuenta que las reformas no son la solución o varita mágica per se, ya que carecen de instrumentos y acciones concretas para resolver el problema de fondo, y parecen más una carta de buenas intenciones y deseos, como el caso de la reforma financiera. Nos apantallan que gracias a la reforma energética las tarifas de electricidad han disminuido, pero lo cierto es que la baja se debe a la caída de los precios en los combustibles, insumo utilizado por la CFE, sería un descaro que no bajaran. Habrá que ver qué sucede en un escenario a la inversa, si la reforma “hace” lo que dicen que “hace”.
A pesar de las turbulencias externas que puedan afectar, el problema de México es que tiene 30 años con un mediocre e insuficiente crecimiento, producto de concesiones y privilegios económicos, un gobierno obeso e ineficiente y esquemas rentistas que esquilan al aparato productivo y al ciudadano, sin mencionar la rapante corrupción e impunidad. No se dan cuenta que el problema económico es económico, no otro, como aquella frase de campaña de Bill Clinton en 1992, en alusión a la recesión económica y propuestas de su contrincante; “It’s the economy; stupid”.
La incapacidad de los políticos y tozudez de los tecnócratas nos mantienen cegados en el dogma económico, recetas y formulas obsoletas que no dieron resultado en 30 años.
Hace un año me animé a decir que el crecimiento no estaría por encima del 2.5%, a pesar que el gobierno mantenía una expectativa alta, luego la fue ajustando. Este año el ajuste no se dejó esperar, pero a pesar de eso, me animo a decir que la expectativa del gobierno es alta y dudo que el crecimiento esté por encima del 2%.
* El autor es economista y colabora en ANEI, A.C.