El TMEC bajo Biden
COLABORADOR INVITADO / Kenneth Smith Ramos
En los últimos cuatro años, México logró capotear la política comercial proteccionista del gobierno de Donald Trump, incluyendo la exitosa renovación del TLCAN -hoy TMEC- que devolvió la certidumbre al comercio bilateral. Ahora todo indica que Joe Biden ganó la elección del pasado 3 de noviembre, y es momento de analizar el impacto de un gobierno demócrata sobre el comercio entre México y EE.UU.
Es claro que el marco de referencia tradicional, el de republicanos librecambistas y demócratas proteccionistas, hace tiempo que ha dejado de funcionar. Pero eso tampoco quiere decir que ahora las cosas son al revés. Las raíces del reciente proteccionismo estadounidense son, en buena parte, inmunes al cambio de administración. Basten un par de ejemplos: Primero, la importancia electoral del llamado Rust Belt (los ya célebres Michigan, Wisconsin y Pennsylvania, que dieron el triunfo a Trump en 2016 y que en esta elección se inclinaron por Biden) seguirá dando mucho peso político a los sindicatos y los votantes empleados -o desempleados- en el sector manufacturero. Trump atrajo a un porcentaje alto de estos votantes, tradicionalmente demócratas, con promesas de cerrar las fronteras para proteger o recobrar sus empleos, y una administración demócrata estará tentada a recuperarlos del mismo modo.
Segundo, el eterno campo de batalla en Florida -donde Trump volvió a ganar- y el nuevo campo de batalla en Georgia -donde Biden parece haber ganado por un margen muy estrecho-. Muchas de las presiones proteccionistas recientes en el sector agrícola han venido de Florida, donde los productores de hortalizas, frutas y azúcar resienten la competencia de México (el perfil productivo de Georgia es similar). Y ambos estados elegirán cada uno un senador en 2022, elecciones que se perfilan entre las más competidas de ese año y que podrían determinar la mayoría del Senado para la segunda mitad de una administración Biden.
En otras palabras, bajo una administración demócrata los riesgos para las exportaciones mexicanas, tanto de manufacturas como de productos agrícolas, permanecerán o incluso se intensificarán.
¿Qué puede hacerse para mitigar estos riesgos? Ahí sí, una administración Biden abre un juego muy distinto al que vimos en los últimos cuatro años: El primer factor relevante es la diversidad de la coalición demócrata, opuesta a la homogeneidad (casi podría decirse dictatorial) republicana que fue estableciéndose en el gobierno de Trump. Esto genera una perspectiva mucho más promisoria para el cabildeo especializado, orientado a contrarrestar las presiones proteccionistas por medio de la activación de grupos de interés afectados por ellas.
La segunda diferencia son los mecanismos de política comercial que podría invocar el gobierno estadounidense para ceder a la tentación proteccionista: menos argumentos de seguridad nacional (insostenibles) bajo la sección 232 y más medidas tradicionales de antidumping, salvaguardas y similares. Es decir, un proceso de política más «normal» y mayor margen para la discusión técnica.
Hay manera, entonces, de mitigar y enfrentar eficazmente los riesgos que vienen, si se cuenta con visión estratégica amplia, conocimiento técnico profundo y capacidad de operar en EE.UU.
Pero, siendo realistas, el gobierno mexicano va a ser un apoyo limitado, en vista de la considerable merma (no en calidad, pero sí en cantidad) de los recursos públicos destinados a cuestiones comerciales y la vocación esencialmente doméstica del presidente López Obrador. Las empresas y las asociaciones mexicanas tendrán que dedicar directamente atención y esfuerzo a la relación comercial con EE.UU. para salvaguardar sus intereses.
El autor es socio de Agon Economía|Derecho|Estrategia y fue jefe de la negociación técnica del TMEC.