Opinión Invitada / Fernando Turner: El Dogma y el Plan B
Fuente: El Norte.
La economía está estancada a pesar de que, según el Dogma, con las «reformas estructurales» llegaríamos al «México’s Moment» y todo sería miel sobre hojuelas.
Como sólo hay un Dogma, nuestros próceres económicos, los responsables de esta debacle no tienen explicación de por qué la economía no hace caso y la anunciada oleada de inversiones no se produce.
Como no hay explicación, tampoco hay acciones que busquen la reactivación y permitan empezar creíblemente el alud de aplausos a nuestros gobernantes. Por lo pronto, esos aplausos se tienen que comprar.
Como ya no hay más reformas, de nuevo se empieza a decir que faltan las leyes secundarias, que el diablo está en los detalles, que la reforma fiscal fue superficial, que la energética llevará tiempo, etc., etc.
Nada diferente de los últimos 30 años, durante los cuales México es el país con más reformas y el mejor portado en la agenda neoliberal, aunque es el de menor crecimiento y mayor pobreza entre los países emergentes comparables.
Pero el Dogma debe ser cierto, pues es lo que les infundieron a nuestros ínclitos economistas, encumbrados desde hace 30 años en el poder priista, panista, empresarial y académico.
Si es cierto, entonces la economía miente y es mejor ignorarla o culpar a los gringos, los chinos, el gasto público o la Fed. Pero ni dudar del Dogma y ni pensar en ejercitar la inteligencia para diseñar políticas que corrijan las causas verdaderas del crónico estancamiento.
Por eso no hay Plan B. Por eso el desconcierto de todos los iniciados en el Dogma fallido. Nadie quiere saber de soluciones efectivas y de un buen plan, si éste contraría la doctrina largamente aplicada y defendida.
Pero sí hay soluciones efectivas a este estancamiento. Lo hemos propuesto desde hace cuando menos una década; y en todo este tiempo, la nomenclatura económica ha volteado la cabeza y ha despreciado siquiera discutir una visión alternativa.
Aquí les va el Plan B.
La economía no crece porque no hay inversión privada suficiente. Y no hay inversión privada suficiente porque existe un grave y creciente diferencial de precios internos que impide encontrar inversiones rentables suficientes en el sector productivo abierto a la competencia.
El Gobierno y los monopolios privados han subido y siguen subiendo sus precios en forma exagerada y estos aumentos, que en realidad son depreciaciones del poder adquisitivo de la moneda, no se reflejan en el tipo de cambio debido a las políticas monetarias y cambiarias, que se soportan en el ingreso excesivo de divisas del petróleo, remesas, inversión extranjera y, sobre todo, en «dinero caliente» atraído por altas tasas de interés.
Mantener la paridad permite promediar la inflación porque los precios de los productores en competencia, ligados al dólar, están estancados. No sólo de los exportadores, sino de todos los productores. No sólo de los dueños, también los salarios.
Esto es una pinza perversa que desanima la inversión, pues no hay proyectos que aguanten costos crecientes con precios estancados. Eso lo entienden bien nuestros economistas próceres, por eso ninguno invierte un clavo en algo productivo y se emplean en los sectores protegidos.
¿Quieren reactivar la economía? Déjense de dogmas. A pensar con lógica. Ataquen la causa raíz: hay que eliminar la disparidad de precios internos.
¿Cómo? Ajusten los precios del gas y la electricidad al promedio de Estados Unidos, por decreto los suben, por decreto se bajan; bajen impuestos y tarifas; aprovechen la nueva Ley de Competencia y ajusten los precios de los monopolios privados a los internacionales y la paridad de acuerdo con el poder real de compra del Peso.
¿Que esto es inflacionario? No. Es reconocer la realidad. Es nivelar el campo para todos y dejar de castigar la inversión en competencia. Es dejar de privilegiar a importadores, burócratas, políticos y cuates. Es eliminar incentivos perversos. Es modernizar la economía.
¿Seguimos con el dogma? Pues entonces a diseñar excusas para el fracaso del sexenio.
El autor es presidente de la Asociación Nacional de Empresarios Independientes.
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