Crece la desocupación
Fuente: La Jornada
Por Carlos Fernández- Vega
Si por volumen de discursos fuera, México sería la primera potencia mundial, y si la medición se hiciera por número de promesas, entonces sus habitantes cómodamente despacharían en el paraíso. Pero transcurren los años, pasan los sexenios, crece el número de aquellos y se acumulan las ofertas fallidas, y nada de nada, porque la realidad –el peor enemigo de los políticos– impone su ritmo.
Para no ir más lejos, cuando Enrique Peña Nieto se instaló en Los Pinos, y con él el grueso inventario de promesas notariadas
(especialmente las referidas a generación de empleo y salario remunerador), la desocupación abierta en el país (tasa oficial) afectaba a 5.12 por ciento de la población económicamente activa (PEA).
Desde entonces no transcurre día sin que desde el micrófono oficial se promuevan logros
tras logros
en materia laboral, de tal suerte que uno pensaría que el nivel de vida de los noruegos está a la vuelta de la esquina para los mexicanos. Sin embargo, 21 meses después del cambio
de gobierno (al cierre de agosto pasado), el desempleo abierto (tasa oficial) a nivel nacional afectó a 5.18 por ciento de la PEA.
Entre una y otra fechas se pronunciaron cualquier cantidad de discursos para alabar las no sé cuántasreformas
presentadas por el Ejecutivo y aprobadas por el Legislativo, cuya maravillosa consecuencia inmediata sería la generación de un número voluminoso de empleos bien remunerados en el sector formal de la economía, porque entre los históricos cambios
destacaba el referente al mercado laboral.
Pues bien, pasan los días, los meses y los años, y lo único que confirman las propias cifras oficiales es que en materia de empleo y salarios la situación se mantiene color de hormiga, sin visos de mejorar. En 21 meses, y con la reformitis
a todo lo que da, el resultado concreto es que, lejos de reducirse, la desocupación abierta (tasa oficial) mantiene su tendencia alcista, con el agravante de que, por el contrario, se reduce la tasa de participación de la poblacional económicamente activa.
Al cierre de agosto pasado, informa el Inegi, el 5.18 por ciento de los mexicanos en edad y condición de laborar quedaron totalmente fuera de la jugada, incluso en el ámbito informal. Y esta proporción resulta prácticamente la misma que la registrada en junio de 2009, o lo que es lo mismo, en plena crisis.
Cierto es que el problema no es nuevo, pero se aferran a un modelo económico que genera millones de pobres y escasamente uno que otro Larrea, y los dos productos, por distintas razones, resultan altamente dañinos para la salud social del país y para el futuro nacional. Pero insisten.
Cuando Vicente Fox, el de las ideas cortas y la lengua larga, se instaló en Los Pinos, la tasa oficial de desocupación abierta en el país era de 2.21 por ciento de la población económicamente activa. Seis años más tarde se ubicó en 3.58 por ciento, un aumento en el periodo de 62 por ciento. Con este último registro llegó el autodenominado presidente del empleo
, Felipe Calderón, pero cuando finalmente dejó la residencia oficial el citado indicador había crecido a 5.12 por ciento, o lo que es lo mismo, un aumento en el sexenio de 43 por ciento.
En la docena trágica panistas la desocupación abierta se incrementó la friolera de 132 por ciento. Lo mejor de todo es que ese par de accidentes de la política nacional aseguraron que en materia de empleo cumplimos
. El problema se agudiza, porque en 21 meses de nuevo
gobierno la tendencia no ha dejado de ser alcista, con todo y reforma
laboral, y miles de discursos.
En fin, el Inegi informó ayer que en agosto de 2014 la población ocupada alcanzó 94.82 por ciento de la PEA. Del total de ocupados, 68 por ciento opera como trabajador subordinado y remunerado ocupando una plaza o puesto de trabajo, 22.2 por ciento trabaja de manera independiente o por su cuenta sin contratar empleados, 5.6 por ciento se desempeña en los negocios o en las parcelas familiares, contribuyendo de manera directa a los procesos productivos pero sin un acuerdo de remuneración monetaria, y 4.2 por ciento son patrones o empleadores. En el ámbito urbano de alta densidad de población, conformado por 32 ciudades de más de 100 mil habitantes, el trabajo subordinado y remunerado representó 75.3 por ciento de la ocupación total, es decir 7.3 puntos porcentuales más que a nivel nacional.
La población ocupada por sector de actividad se distribuyó de la siguiente manera: en los servicios se concentró 41.6 por ciento del total, en el comercio 19.3, en la industria manufacturera 16.1, en las actividades agropecuarias 14.4, en la construcción 7.4, en otras actividades económicas
(que incluyen la minería, electricidad, agua y suministro de gas) 0.7, y el restante 0.5 no especificó su actividad.
Por el lado de la desocupación, el citado instituto detalla que a nivel nacional la tasa fue de 5.18 por ciento de la PEA, proporción similar a la observada en el mismo mes de 2013, cuando se situó en 5.17 por ciento. En ese mes, 23.6 por ciento de los desocupados no contaba con estudios completos de secundaria, en tanto que los de mayor nivel de instrucción representaron 76.4 por ciento. Las cifras para la situación de subocupación fueron de 38.4 y 61.6 por ciento, respectivamente. La desocupación urbana fue de 6.27 por ciento, superior a la del mismo periodo de 2013.
En el octavo mes de 2014, apuntó el Inegi, la población subocupada, medida como aquella que declaró tener necesidad y disponibilidad para trabajar más horas, representó 7.6 por ciento de la población ocupada, proporción menor en 1.3 puntos a la registrada en igual mes de un año antes. El porcentaje de subocupación es más alto en los hombres que en las mujeres, correspondiendo a esta categoría 8.1 por ciento de la población ocupada masculina frente a 6.8 por ciento de la femenina.
En 16 de las 32 entidades de la República se observó aumento en la tasa oficial de desocupación abierta; sólo en dos permaneció sin cambios, y en el resto se registraron modestos descensos.