CEPAL, OCDE y CAF: 25 de cada 100 empleos en México corren el riesgo de automatizarse
El problema es que si la transformación digital va a llevar a la desaparición de ciertos trabajos, solamente un tercio de los trabajadores usan la tecnología de la información y comunicación, mientras que en Europa la proporción es del 50%
En momentos en que el confinamiento por el Covid-19 incrementa el uso de herramientas digitales, los países deben desarrollar políticas públicas que lleven a los trabajadores a transitar hacia las tecnologías de la información, sobre todo porque el 25% de los empleos en países como México, Chile, Ecuador y Perú, corren el riesgo de automatizarse, dijeron la Cepal, OCDE y la CAF.
Se considera que un puesto de trabajo tiene alto riesgo de automatización si entre el 50% o 70% de sus tareas puede automatizarse. Si bien existe el riesgo de que uno de cada 4 empleos desaparezcan, el 35% de los empleos pueden transformarse por el uso de tecnología.
El problema es que si la transformación digital va a llevar a la desaparición de ciertos trabajos, solamente un tercio de los trabajadores usan la tecnología de la información y comunicación, mientras que en Europa la proporción es del 50%.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) expusieron lo anterior en el documento Perspectivas Económicas de América Latina 2020.
“La crisis del coronavirus (Covid‑19) pone de manifiesto que las políticas e instituciones deben garantizar que la transformación digital no deje en situación de desventaja a determinados trabajadores. Los poco cualificados, los que realizan ocupaciones con alto riesgo de automatización o los que han perdido su empleo suelen ser reacios a formarse o incapaces de identificar vías de capacitación pertinentes”, explicaron.
El problema actual es que la crisis del Covid‑19 provoca que la región registre crecimientos del Producto Interno Bruto (PIB) a niveles mínimos históricos, lo que se traducirá en más pobreza y desigualdad.
El problema es que a pesar de los programas de apoyo, “las capacidades financieras e institucionales son limitadas y los problemas estructurales – como la elevada informalidad, la baja productividad y la vulnerabilidad socioeconómica – acentúan la necesidad de adoptar medidas enérgicas y eficaces”.