Pobreza y balance moral
Fuente: La Jornada
Por Carlos Fernández Vega
Con eso de que México se atrevió a cambiar
, pues que le cambia el nombre al programa electorero por excelencia, inaugurado 26 años atrás, mismo que en ese largo periodo no ha reducido la proporción de pobres en el país pero sí incrementado, como parte de la política económica, el número de connacionales en tan lamentable condición.
Como el actual inquilino de Los Pinos no tenía nada concreto de qué informar en su segundo día de la victoria, pues simplemente enumeró, una vez más, las promesas que repite desde los tiempos de su campaña electoral y reiterar su oferta de un futuro venturoso para mucho después de que él concluya su estancia en la residencia oficial.
Con 26 años de ejercicio, más de 61 millones de pobres en el inventario (50 por ciento más con respecto al número reconocido el día de su creación), cientos de miles de millones de pesos oficialmente destinados al combate de la pobreza, muchísimos votos captados con este anzuelo y un titipuchal de promesas igual de acumuladas que de incumplidas, de nueva cuenta le cambian el nombre al programa destinado a combatir
la pobreza. Dicho anuncio y el proyecto de un nuevo aeropuerto en la ciudad de México fueron las únicasnovedades
del segundo Informe de gobierno de Enrique Peña Nieto.
Resulta que Enrique Peña Nieto descubrió el hilo negro: la proporción de mexicanos en pobreza es prácticamente la misma desde hace tres décadas
, y las limitaciones
del programa Oportunidades son cada día más evidentes
, de tal suerte que, dijo, es necesario encontrar nuevas alternativas, más eficaces, contra la pobreza”.
Y la primera que encontró –y, se supone, la más eficaz– fue cambiar el nombre: desaparece Oportunidades y nace Prospera, es decir, la misma gata pero con nuevo pelambre encopetado, mediante el cual (ahora sí, se los juro) se combatirá la pobreza, por mucho que en los últimos 26 años la proporción de mexicanos en tal situación no se ha modificado, con todo y la carretada de dinero que, oficialmente, se ha destinado a tal fin.
Pues bien, la madre es la misma (la política económica neoliberal), pero a lo largo de 26 años ha sido el padre quien ha cambiado de nombre, aunque no de mañas: el programa original lo puso en marcha Carlos Salinas de Gortari (2 de diciembre de 1988) y cariñosamente lo bautizó Solidaridad, por ser ésta, según dijo, el balance moral de la modernización
. En ese entonces, el número de mexicanos pobres (oficialmente reconocido) rondaba los 40 millones, volumen que en 1994 se había incrementado a 47 millones, con un balance moral
verdaderamente desastroso.
Accidentalmente llegó Ernesto Zedillo a la residencia oficial, y Solidaridad cambio de nombre. En 1997, quien prometió bienestar para la familia
(revolucionaria y modernizadora) lo denominó Progresa porque, decía el susodicho, si no queremos que en el curso del siglo XXI haya más mexicanos atrapados en ese círculo vicioso de la pobreza extrema, debemos actuar ahora con programas que realmente corrijan atrasos y que efectivamente resuelvan carencias; con programas alejados de todo protagonismo y ajenos a toda forma de paternalismo y clientelismo
.
Proporcionalmente, el sexenio zedillista arrancó con 52.4 por ciento de los mexicanos en tan precaria condición y lo concluyó con 53.6 por ciento. Así, el número de mexicanos en pobreza (cifra oficial) pasó de 47 millones a 50.5 millones, y el susodicho se fue a trabajar a las trasnacionales que tanto benefició durante su estancia en Los Pinos.
Llegó el cambio
, y las tepocatas y víboras prietas que Fox prometió combatir en realidad se instalaron en la residencia oficial. Entre sus primeras decisiones se contó la de cambiar el nombre de Progresa por el de Oportunidades, que mantuvo Felipe Calderón, su heredero, quien a los habitantes de este país prometió vivir mejor
.
Cuando el de la lengua larga y las ideas cortas se instaló en Los Pinos, oficialmente se reconocía que 53.6 por ciento de los mexicanos sobrevivía en la pobreza, y cuando el haiga sido como haiga sido
finalmente dejó la residencia oficial tal proporción fue de 52.3 por ciento (todas, cifras de Coneval). Sin embargo, en la docena trágica panista el número de mexicanos en pobreza pasó de 50.4 millones a 61.35 millones, un aumento cercano a 22 por ciento en el periodo).
Toca el turno a Enrique Peña Nieto, y como nuevo padre del chamaco lo único que se le ocurrió fue cambiarle de nombre: de Oportunidades pasa a llamarse Prospera. Y en los 21 meses que lleva en la residencia oficial no se ha registrado crecimiento económico, ni generación suficiente de empleo, ni mejoría en el poder adquisitivo, ni nada de nada, de tal suerte que el número de mexicanos en pobreza se mantiene al alza.
No hay cifras oficiales al respecto (el corte de caja 2012-2014 lo hará el Coneval hasta el próximo año), pero es un hecho que la fábrica de pobres sigue a todo lo que da. De hecho, en su último informe temático (correspondiente al último bienio del calderonato), dicha institución subrayó que a esas alturas ocho de cada diez mexicanos fueron catalogados comopobres y vulnerables
(a estos últimos les faltaba muy poco para caer en pobreza, porque si bien no tiene carencias sociales, su ingreso es inferior a la línea de bienestar
, según la explicación del organismo). Y, dicho sea de paso, el ingreso de la mayoría de mantiene a la baja.
Ese es el tétrico arqueo de 26 años de lo que los tecnócratas suelen denominar política social
y de la misma gata revolcada en cuatro ocasiones (Solidaridad, Progresa, Oportunidades y ahora Prospera), o si se prefiere es el balance moral de la modernidad
de cinco inquilinos de Los Pinos (Miguel de la Madrid ni siquiera consideró el tema) y 11 titulares de la Secretaría de Desarrollo Social en dicho periodo, todos ellos decididos, según sus propias palabras, a combatir
la pobreza (léase a aumentar la clientela electoral a cambio de dádivas).
Entonces, el país se atrevió a cambiar
aunque sólo sea el nombre de programas e instituciones, porque el verdadero México de Prospera es el congregado el pasado martes en Palacio Nacional, con su macro estacionamiento (sin parquímetros) en el Zócalo. Ese sí es el grupo que no ha dejado de prosperar.